martes, 14 de diciembre de 2010

LACASTA Y JUNEZ


Al Norte los Pirineos
al Sur la tierra callada.
Pasa el Ebro por el centro
con su soledad a la espalda.

Y con él van en compaña
las gentes de estas vaguadas,
de estos valles, de esta tierra,
de estas huertas arruinadas.

Polvo, niebla, viento y sol...
(Labordeta)


El interés que despiertan los pueblos abandonados es signo de que las raíces de cada cual quedan inmersas en la tierra, y por más kilómetros que nos separen de nuestro lugar de origen seguimos atados a ellas. Y no es para menos. Recorrer aldeas como Lacasta y Júnez, es recorrer parte de la Historia. Es introducirse en la misma hurgando los entresijos de aquellas personas que habitaron estas aldeas y que por diversas razones dejaron sus tierras, sus casas, quizá sin mirar atrás para no sentirse atrapados por los sentimientos.

Cuando pisamos estos lugares lo hacemos con el respeto de quien tiene miedo a despertar a sus habitantes. Y pasamos sigilosos, bebiendo de cada ruina:  iglesias,  cementerios, tradiciones,  piedras,   puertas casi siempre abiertas,  cuadras,  y  caminos...
Y nos alegramos profundamente cuando nos llegan noticias de que algunos pueblos comienzan a despertar nuevamente: es el caso de Lacasta, aldea de Luna municipio de Zaragoza. 

Historia.

Luna. Torre del reloj


La Villa de Luna, recibió el nombre de Sancho Ramírez, al conquistarla en 1092 a los musulmanes que la llamaron Montemayor, y anteriormente los romanos llamaron Gallícolis (monte del gallo).

Según la leyenda "el asalto fue por la noche y a los ojos de los cristianos la población parecía encontrarse en el interior del astro y el resplandor de su luz atemorizó a los defendores al hacerles parecer un fantasmagórico ejército" 

Sancho Ramírez ordena la repoblación de Luna, en carta de 1092, con el sistema habitual del momento: concesión de franquicia personal, exenciones económicas y obligación de mantener gente armada. El rey nombra un justicia, un alcalde y jurados que velan por los intereses reales. Al pasar la villa real a su jurisdicción señorial, se mantiene la misma estructura con la diferencia de que los intereses económicos corresponden a la administración señorial. El 4 de septiembre de 1092, el rey Sancho donaba las décimas de Monte Luna a San Juan de la Peña y señalaba los términos.

Concretamente fue en el castillo de Obano, castro en el que aparece con asiduidad Sancho Ramírez  donde el citado rey redactó la Carta de Población concedida a Luna.
Tras la conquista el rey donó la iglesia de Luna al Monasterio de San Juan de la Peña, cuyo abad Aimerico construyó el edificio. Pedro, obispo de Pamplona, concedió al monasterio pinatense la iglesia que había construido con todos los derechos episcopales a excepción de la consagración de clérigos. Al año siguiente, agosto de 1093, el rey concedió los terrenos para edificar y repoblar en Luna, Yécada y Avago, a su merino Banzo Azones, conocido como Bacalla, quien se encargó de construir una torre defensiva, repoblar el lugar y roturar las tierras, debiendo entregar al rey parte de los frutos obtenidos.


Luna. Ábside. Iglesia de Santiago. Siglo XII

D. Bacalla, que participó en la conquista de la antigua Gallícoli, participó también en la batalla de Alcoraz (1096) con la consiguiente toma de Huesca. El rey Sancho Ramírez entregó Luna a Don Bacalla quien tomó este topónimo como apellido de familia.
En el término municpal de Luna crecieron muchas aldeas y castros fortificados para prestar hospedaje y defensa de las rutas que unían los valles del Gállego y del Ebro; un camino pasaba por Luna, Españés, Júnez y Lacasta; otra vía enlazaba las poblaciones de Huesca con Ejea y Zaragoza a través de Luna, Obano, La Ruta, Yecra y posiblemente Larcovilla.


Luna. Iglesia romáica de San Gil de Mediavilla. Siglo XII.

Aunque el nombre de Obano aparece citado en el año 978, lo más probable es que la torre a orillas del río Arba se construyera a partir del año 1062 con el fin de hostigar al enemigo y apoyar el avance de las tropas cristianas por el valle. En el año 1086, ambos lugares, Obano y Españés, junto a Biel, aparecen en la dote de la reina Felicia.

En enero del año siguiente el rey Sancho Ramírez y la reina Felicia donan tierras y diezmos de varios lugares al Monasterio de San Juan de la Peña; de ambos documentos se deduce el auge experimentado en Obano ya que además de la construcción de una iglesia o capilla, en esos años se habría ampliado las construcciones e incluso disponía de molino.


Torre de Obano. Siglo XI

Ordenanzas Municipales

Don Martín de Gurrea y Aragón, duque de Villahermosa, del linaje de la familia de los Luna, señor de esta villa desde el año 1550 al 1581 redactó unas ordenanzas municipales, conservadas en el archivo de la Catedral de Huesca, para organizar y gobernar la villa en defensa de sus intereses económicos ante la incuria de los lugareños, llegando a establecer penas para evitar las incomparecencias a los puestos municipales.

Las ordenanzas regulan una serie de rentas y tributos que la villa debe a su señor y que deben ser recaudados y administrados. Los inmuebles que generan rentas por usufructo son el molino y la tiendas (taberna, carnicería, hospital u hospedería, panadería y horno; este último ya existía en 1343 cuando la villa real pasó a manos señoriales), posesiones que otorgan el dominio económico sobre el municipio ya que la venta de los productos de primera necesidad constituían parte del monopolio del señor.

El impuesto del herbaje era cuantioso por ser tierra de paso y/o destino de los rebaños trashumantes entre los valles pirenaicos y el valle del Ebro. En las ordenanzas se pone gran interés en la explotación ganadera por su gran importancia en la economía de la villa y así se prohibe el arriendo de pastos a personas que estén exentas de jurisdicción señorial (clérigos, eclesiásticos, miembros de Orden Militar y familiares de la Inquisición) y debe pregonarse en Ejea, Sádaba y Uncastillo como lugares próximos a Huesca para información de los pastores trashumantes del Pirineo y en Pedrola por ser propiedad señorial y lugar de destino de los rebaños.



Obanos. Torre.

Superado el primer periodo repoblador, es en la denominada baja edad media cuando el término municipal de Luna tuvo un periodo floreciente de población durante el s. XIII y principios del XIV, pero posteriormente una serie de calamidades (guerras, epidemias y sequías) originaron el descenso de población quedando muchos lugares deshabitados.


LACASTA

Lacasta nació alrededor del promontorio rocoso donde se ubica el castillo y una iglesia románica del s. XII que es probablemente cuando se repobló, aunque el término Casta aparece junto a Españes y Agüero en un documento de donación al Monasterio de Siresa en el año 1086.

Vital para el asentamiento de población en la zona fue su importancia militar en el avance para la conquista del Valle del Ebro y en las comunicaciones entre la zona norte y el valle del Ebro con rutas que enlazaban con el valle del Gállego, una por Españés, Júnez y Lacasta, y otra por Obano, La Ruta y Yecra.

Pero como en otros lugares aquí tambien se inició el éxodo dejando la aldea silenciosa pasando a engrosar la lista de Pueblos Abandonados.


Lacasta. Conversando.

Aunque las referencias eran que estaba abandonada, no es así. A la entrada de Lacasta nos topamos con dos soberbios caballos, más adelante un almacén en uso, una furgoneta, y el sonido del agua que corría en abundancia usada por dos jóvenes que limpiaban un coche. Charlamos un rato, mientras acariciábamos al perro. Nos hablaron de  sus deseos de recuperar Lacasta. Observamos el despliegue técnico que tenían y la forma de trabajar constante. Lo que nos quedó en la retina no era un trabajo para un día o un fin de semana, era un trabajo de quien tiene en la mente un proyecto completo.


Lacasta.

Atravesando sus casas descubrimos  que una de ellas estaba destinada a redil, donde unos corderos se asomaron a nuestro paso. Prueba fehaciente de que en Lacasta ha entrado nuevamente la vida y con ella el empuje y la ilusión hacia su reconstrucción. Y las voces de los que ahora reinician su andadura se unirán nuevamente a los sonidos de los árboles, de los animales, del agua y del viento.


Lacasta. Iglesia románica dedicada a San Nicolás de Bari. Siglo XII.


Iniciamos el ascenso hacia la iglesia dedicada a San Nicolás de Bari, atravesamos varias casas de piedra, hasta llegar al cementerio donde una cruz de hierro se mantiene erguida custodiando restos mortales.

El templo dedicado a San Nicolás de Bari se alza en lo alto desde donde podemos contemplar un extraordinario paisaje donde la vegetación y los campos segados circundan la aldea dibujándola.

La iglesia románica del siglo XII, guarda en su interior una joya salvada del saqueo debido a su enorme peso. Se trata de una pila bautismal de granito de una sola pieza, fechada entre los siglos XII y XIII.


Lacasta. Pila bautismal. Iglesia San Nicolás de Bari.

Una espadaña bífora se eleva sobre el muro sur, desde la pilastra intermedia, hasta la ventana rasgada de la cabecera de la nave. Es curioso el acceso a la misma. Se trata de un semiarco de medio punto escalonado que llega hasta el muro que lo sustenta, continuando la escalera a modo de camino hasta llegar al campanario. Alrededor de la espadaña. por el lado interior está reforzada por un murete de lajas de piedra formando un habitáculo que en algún momento sirvió de "atalaya".Dos capiteles perfectamente conservados se hallan en la portada principal del templo. Según A. García Omedes, evocan a las "firmadas" por el Maestro Agüero o su taller.


JÚNEZ



Se levanta en una colina rocosa junto al barranco que lleva su nombre, Júnez, en el Prepirineo de Zaragoza. Al acercarnos vemos una gran muralla en el flanco del río, por donde asciende el camino de entrada. El conjunto de casas de piedra se levanta sobre un paisaje verde, de sierra baja, rodeado de ocres de antiguas tierras de labor.


Júnez. Casas en buen estado.

Muchas de las casas todavía permanecen en pie conservando los tejados. Dejando atrás la maleza, algunos rincones del pueblo todavía mantienen el espíritu de un núcleo que se abastecía y vivía fundamentalmente de la cría de cabras. Algunas de la viviendas guardan en su interior hojas de periódico viejas, madera para pasar largos inviernos, cocinas de carbón y de butano (éstas últimas desconocemos si pertenecen a visitas esporádicas de antiguos habitantes), y sillas desvencijadas hechas a mano.


Júnez. Interior de la casa.

Desde las ventanas, una excepcional vista al campo debido a una situación en altura privilegiada. La pregunta es inevitable ¿Por qué se abandonó? Los mayores de Luna conocen la respuesta.

En el artículo firmado por María Eugenia Carrey titulado: Júnez y Lacasta, en las cinco villas, son dos ejemplos de municipios deshabitados relata los comentarios. "Todo empezó a ir mal cuando los forestales empezaron a denunciar a los vecinos porque criaban cabras. Es verdad que se comían algún arbolico pero no era para tanto..."

En mitad del pueblo se alza una casa blasonada, casi palaciega. Pertenecía al rey de Júnez. Llamado así porque poseía extensiones de tierra en las que se podía ir andando once kilómetros sin pisar tierra de otros.


Júnez. Casa denominada del rey de Júnez


En Luna no quieren que se pierda el recuerdo de estos pueblos, cuyos cementerios albergan restos de antepasados que junto a la iglesia de planta cuadrada -una casa a la que se añadió una pequeña espadaña triangular de campana única,- se celebraban las fiestas en la que los vecinos y amigos se echaban a la calle.

Júnez. El nombre de esta aldea es de orígen arábigo.



Fuentes:
Las Ordenanzas de la Villa de Luna. Ayuntamiento de la Villa. www.luna.es/corona htm.
http://www.cincovillas.com/Luna
Luna, Júnez, Lacasta.turismocincovillas.
Wikipedia: Despoblado de la Casta en las Cinco Villas, Zaragoza.
Lacasta.-Iglesia de San Nicolás de Bari (Cinco Villas).
La Guía del Arte Románico Digitales: A. García Omerdes-Huesca (España) wwwromanicoaragones.com
Periódico de Aragón. Mudos pueblos: Júnez Lacasta en las Cinco Villas. María Eugenia Carrey.
Sirenadesecado. Miércoles 29 Septiembre 2010.
Historia dde Lacasta. Maxi.
El barranco de los valles fantasmas. Bicicleta en Aragón. Miguel Mena.
Lacasta-Zaragoza.